Día mundial del Farmacéutico
En el año 2010, la Federación Internacional de Farmacia (FIP) instituyó el Día Mundial del Farmacéutico, para homenajear cada 25 de septiembre la labor de estos profesionales al servicio de la población.
La edición del presente año lleva por lema “Los farmacéuticos: tus expertos en medicamentos”, un mensaje con el que la FIP quiere poner en valor nuestra extensa experiencia en el manejo diario de la farmacoterapia. “Experiencia que se aplica a través de la ciencia y la investigación, educando a las nuevas generaciones y transformando las necesidades de los pacientes en servicios”, señala Carmen Peña, presidente saliente de la Federación.
Respecto a este último punto, la FIP lleva años haciendo mucho énfasis en la necesidad de implantar un modelo de farmacia basado en la prestación de servicios. Incluso la entidad ha manifestado, en conjunto con la Organización Mundial de la Salud, que “no existe un futuro para la farmacia comunitaria basado exclusivamente en la dispensación”
A tal fin, resultará imperioso que la Farmacia Comunitaria y los Farmacéuticos se reconviertan para dar las respuestas y adaptarse a una dinámica social cambiante y cada vez más exigente. Lo que se pretende es que los farmacéuticos adquieran o mejoren sus competencias profesionales, para ser agentes sanitarios activos en la prevención de la enfermedad, la mejora de la salud de los ciudadanos y, de manera especial, en la optimización del uso de los medicamentos involucrándose en la mejora de sus resultados en salud.
La idea central es ofrecer a los gobiernos la posibilidad de aprovechar la accesibilidad y el profesionalismo de este modelo de farmacia, de cara a la sostenibilidad de un sistema sanitario que peligra como consecuencia de grandes cambios demográficos, epidemiológicos y económicos.
Los servicios farmacéuticos que se han implementado en algunas partes del mundo como ConSIGUE en España o New Medical Service en Inglaterra, no solo han demostrado ser capaces de mejorar la adherencia y la calidad de vida percibida de los pacientes, sino que además previenen hospitalizaciones y urgencias, produciendo ahorros al sistema sanitario. Por ello, parece claro advertir que si el guante lanzado por la farmacia no es recogido por los gobiernos, no será en ningún caso por ser “caros” o carentes de efectividad
Este nuevo paradigma de una farmacia centrada en la provisión de servicios profesionales se encuentra atrasado en nuestro país, y al margen de acciones individuales y aisladas, no se perciben acciones de tipo colectivo. Cabe preguntarse entonces ¿Qué debe suceder para que este cambio se produzca?
A nuestro criterio, la profundización de este modelo de farmacias debe basarse en cuatro pilares básicos: a) Los profesionales farmacéuticos y sus entidades. b) las Universidades c) Los gobiernos y d) la seguridad social
En primer lugar, los profesionales farmacéuticos deben hacerse cargo de este nuevo rol. Cuando los servicios se conozcan, la sociedad en su conjunto demandará por ellos y por lo tanto deberán estar predispuestos y formados para ello.
Para que esto se produzca, las entidades farmacéuticas deben trabajar poniendo a disposición capacitaciones, coordinando los servicios, generando campañas de prevención, trabajando sobre la imagen de la farmacia en la sociedad y finalmente aunando estrategias para lograr que estas actividades sean reconocidas y remuneradas.
Las universidades a través de las facultades de farmacia deben comprender que la formación farmacéutica ya no debe solo centrarse en la dimensión científica del medicamento y por lo tanto (sin que ello demande alargar los planes de estudio) formar un profesional comprometido social y académicamente con los servicios profesionales, tanto relacionados al medicamento como de aquellos que demanden otro tipo de actitudes.
Por su parte los gobiernos y la seguridad social deben asumir la prevención como eje central y reconocer indefectiblemente que la farmacia comunitaria es un lugar ideal para asegurar el bienestar de los pacientes, no solo optimizando el uso de medicamentos sino también por la intervención de este centro sanitario en programas o campañas de prevención, detección o concientización.
Si lo sanitario no fuese un eje de discusión para las autoridades, en segundo plano la temática se puede discutir desde lo económico, donde este tipo de actividades seguramente harán ahorrar costos al estado. Ahora bien, para que las farmacias puedan contribuir en la sostenibilidad sanitaria y económica del sistema, resulta fundamental que en primer lugar la propia farmacia sea sostenible, de manera que parte de esos ahorros deberían poder redistribuirse a manera de incentivo.
A modo de cierre, queremos señalar que tal como ya lo han hecho países como Australia, Nueva Zelanda, Canadá y España, nosotros en Argentina también podemos ofrecer nuevos servicios profesionales de calidad que nos permitan en un futuro, no tan lejano, poder obtener honorarios independientes del precio del medicamento y que la sociedad comience a ver a la farmacia como un lugar donde va en búsqueda de algo más que su medicamento.